A pesar de que mi asistencia a todas las ponencias y actos se vió marcada por los compromisos laborales, sí tuve la suerte de compartir y participar de los momentos más destacados y entrañables del Congreso que la semana pasada se celebró en la Casa de Pozuelo, y que culminaba con la ordenación de nuestro amigo y ya Padre David.
Lo primero destacar la amplia asistencia y representación allí, tanto de religiosos y religiosas OMI como de laicos asociados y amigos en general que comparten ese carisma misionero y sentimiento que San Eugenio nos regaló y dejo en su seguimiento a Jesús y en su Iglesia (llegados de toda España y la Provincia en general). Un momento de reencuentros, saludos y recuerdos con amigos de siempre, muchos de ellos que han pasado por nuestra Parro.
Hay que decir que reinó un buen clima, la organización se notó para bien, y que disfrutamos de unas ponencias, charlas y debates muy animados que nos sirvieron para hacer un viaje al pasado para valorarlo y entender el presente y terminamos, con una perspectiva futura de inmensa esperanza como rezaba el lema del Congreso, a pesar de todos los retos, dilemas y dificultades que se nos presentan hoy y que nos llevaran a ser audaces y darlo todo por lanzarnos al mundo de hoy a hablar del Señor.